jueves, 29 de marzo de 2012

Todo

Todo parecía tan gris
todo parecía tan lleno de barro
todo parecía tan tuyo
todo tan tuyo.

Pero las cosas, el sol
su pelo, su cuerpo
aparecieron desde un rincón
nos miramos
nos miramos
y parecíamos tan nuestras

Salió el sol en mi cuarto.

Distorsión de sintonías

Dejarse en un paralelísmo inconcluso, donde las formas cambian a cada segundo, dejarse mintiendo, satifasiendo monumentos inmaculados.  Mirando de reojo ese cuarto tras las rejas impuestas por uno mismo o quién sabe. Cambiando de traje, solo para vernos maravillosamente lindas, imaginando  que somos un objeto calamitoso donde el que se acerque puede terminar huyendo tras un bosque y perderse. Ese bosque de a dos, donde ese dos quedó tras un árbol caído y solo puede ver el sol en la noche y la luna en el reflejo un agua sucia. Dejarse en un oído sordo, donde sin querer escuchamos frases malgastadas, que no queremos oír, salvo por las noches, donde se vuelve densa junto a la almohada.

Distorsión de sintonías.

Mirar

Un lugar donde solo exista la apertura del mirar, no hacia arriba ni hacia abajo, sino mirar de frente. Así, como nos mirabamos en un cuarto oscuro, lleno de voces jugando a perderse entre besos y mentiras. Así jugamabos. Así era tu juego. Cómo el de muchos. Un amor de mentiritas, donde cualquiera puede entrar si se es un tanto ingenuo o si alguien al oído le canta melodías sucias y en el otro colores inmaculados por el sol. El amor por el amor, tan intensa palbra que hasta a veces da miedo decir-escribir-o pensar. No la uso para vos ni para mi, la uso para el mundo, donde ahí si existen amantes de todos los colores, donde la fiebre quiere ser invertida en calor y fuego. Un lugar donde solo exista la apertura del mirar, ahí, donde yo me encuentro.

Teléfono

Dan las diez
el teléfono suena y no atiendo

Diez y cuarto
vuelve a sonar.

Ayer me dijiste que para ser feliz hay que mirar dos veces hacia arriba y una hacia abajo.
Mientras yo te pedía que te vayas, tu voz calculaba cada segundo al entrar en mi oreja.

Dan las once.

Intento dormir para que deje de sonar, pero tu voz es tan fuerte que no logro concentrarme. Aparato inútil, tu voz inerte esta carcomiendo cada vena de mi cerebro mientras pienso que es mejor que mañana te diga que te quedaban mal esos championes y que tu voz suena como un pitido y tus manos son gargolas de media noche.

Dan las doce, dejá de llamar.

Hay

Hay partes
pedacitos de flores arrancadas
por no sé quen

También hay
cabezas volando 
por algún callejón
que quien sabe
si tiene salida

Hay tantas cosas 
tantos escaparates
tantos no sé qué

Pero no hay
nadie
que me haga 
soltar esta sonrisa

como vos.